Cuenta la leyenda que en esa iglesia sucedió algo asombroso, por aquel entonces habitaba en ella un sacerdote muy singular, Don Mateo, con apariencia distante, fría y algo perpicaz.Un dos de noviembre, mientras se celebraba la misa de los difuntos, ocurrió algo inexplicable, justo en el momento que Don Mateo subía el cáliz, repentinamente empezaron a sonar las campanas,cada vez más fuerte,más rápidas, más ruidosas.Las miradas de los feligreses apuntaron hacia el techo y cuando éstas pararon de sonar el sacerdote desapareció misteriosamente.
Se dice que todos los curas que han celebrado la misa de los difuntos en aquella iglesia, tan peculiar han evitado tocar las campanas
